Al abordar la biología desde una óptica filosófica, lo primero que se
aprecia es que no existe espacio para las leyes científicas. La imagen
de la ciencia como la búsqueda de leyes que gobiernan el mundo está muy
asentada en filosofía de la ciencia. Muchos, empezando por Rudolf Carnap
y Carl Hempel, sostienen que la investigación de leyes constituye el
aspecto central de cualquier ciencia que se precie. ¿Es la biología
acaso un catálogo de contenidos del mundo y no una ciencia teórica que
nos ofrece una comprensión real? ¿Acontece quizá que sí existen leyes en
biología que no acabamos de descubrir ni llamarlas con ese nombre?
¿En qué consiste exactamente una ley de la naturaleza? Reina un
profundo desacuerdo entre los autores. Espigaré, sin embargo, algunos
rasgos que concitan unanimidad o amplia aceptación. En primer lugar, el
enunciado de una ley es una generalización genuina sin restricción ni en
el espacio ni en el tiempo. En segundo lugar, una ley no describe de
qué modo las cosas son, sino, en cierto modo, cómo tienen que ser.
Satisface esos criterios el principio de que ninguna señal puede viajar
más rápida que la luz. La idea de que las leyes describen cómo tienen
que ser las cosas se expresa mediante la afirmación de que las leyes
entrañan un tipo de necesidad. No se declara que las leyes tengan la
necesidad de las verdades de la matemática o de la inferencia lógica,
sino que su exigencia va más allá de cualquier regularidad accidental.
Pensemos en la primera ley de Mendel: ley de la uniformidad de los
híbridos de la primera generación filial. Establece que si se cruzan dos
razas puras (una con genotipo dominante y otra con genotipo recesivo)
para un determinado carácter los descendientes de la primera generación
serán todos iguales entre sí fenotípica y genotípicamente, e iguales
fenotípicamente a uno de los progenitores (de genotipo dominante), con
independencia de la dirección de cruzamiento. Con otras palabras, en la
formación de los gametos (óvulos y espermatocitos), un organismo
diploide coloca un gen de cada célula sexual de los dos genes que ha
recibido en su genoma de sus progenitores, y cada uno de esos dos genes
presenta una probabilidad del 50 por ciento de hallarse en cualquier
gameto. Son excepciones en los humanos los casos de síndrome de Down.
Bienvenido a Tic de 3º año de Biología, del ISARM.
ResponderEliminarMuy bueno
ResponderEliminarun viaje..
ResponderEliminarse podría pensar que la naturaleza se pudiera expresa en leyes en un solo en tiempo y en un espacio.pero no algo definitivo, solo algo temporal..
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